O cómo tener vida trabajando en el sector eventos
En medio de una crisis sanitaria que trae de la mano una segunda crisis económica en este siglo XXI que parece haber nacido gafado, nos paramos a reflexionar sobre la situación laboral en el sector de los eventos y espectáculos. Aunque quizá deberíamos empezar diciendo que vamos a reflexionar sobre la
precariedad laboral, no la situación laboral, porque sí, ya partimos de la base de que este sector nunca se ha caracterizado por su estabilidad, su respeto a los convenios, ni por sus grandes salarios.
A falta de informes del sector con fecha posterior a marzo de 2020, recurrimos al estudio realizado entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 por el
Observatorio Científico de Eventos Icono 14, de mano de la
Dra. Olga Sánchez González, Investigadora Principal del Observatorio, y
Ana Alonso, Socia fundadora de
Prevent Event,
En ese escenario pre-pandemia, donde “el año 2018 había sido el mejor en facturación sobre conciertos y espectáculos en vivo (…) creando 700.000 puestos de trabajo relacionados”, nos encontramos sin embargo con un contexto de ausencia de reglamentación específica, falta de respeto a la seguridad laboral y discriminación por género, entre otros muchos problemas.
En este sector, el 30% de los trabajadores eran autónomos y el 26% contratados por obra y servicio, frente al 23% que tenían un contrato indefinido en una empresa. Recordemos que esto son datos previos al colapso provocado por la pandemia. Probablemente estos porcentajes estén aún ahora más polarizados, teniendo en cuenta cómo han afectado de manera directa las restricciones al sector de los eventos y espectáculos en vivo. Y es que, aunque este año 2021 el sector parece remontar y se espera llegar al mismo número de eventos en 2022 que en 2019, la facturación tan solo será del 75%, según explica
Mar García, presidenta de AEVEA en un artículo publicado en El Confidencial este pasado mes de julio.
Profundizando en las condiciones laborales de esos trabajadores autónomos y asalariados freelance encontramos que:
- El 44% reciben la solicitud del servicio con menos de tres días de antelación, siendo solo el 12% quien es avisado con 15 días de antelación y un 13% con un mes.
- Más de la mitad de los técnicos realiza la formalización de las condiciones laborales del servicio verbalmente (conversación telefónica) sin realización de contrato, presupuesto o confirmación por escrito.
- El 72% de los eventos cancelados son comunicados con una antelación menor a 5 días y un 36% de los técnicos aseguran haber sido avisados de la cancelación tan solo un día antes.
- El 68% de los técnicos realiza jornadas laborales de más de 12h entre la mitad y la totalidad de los servicios que realiza.
- El 77% afirma que nunca o casi nunca se respetan los tiempos de descanso dentro de la jornada laboral ni se respetan las 12 horas de descanso entre jornadas de trabajo en momentos de concurrencia de servicios.
- El 34% de los técnicos asegura que casi nunca se respetan los tiempos para comer. Además, el 60% señala que nunca o casi nunca se respeta y planifica el acceso a una dieta acorde a sus necesidades (bien por alergias e intolerancias, bien por ética o religión).
- Encontramos una representación de un 85% de hombres frente a un 15% de mujeres, asegurando la mayoría (61%) que existe una discriminación por género y comportamientos machistas en el sector.
Encontramos una representación de un 85% de hombres frente a un 15% de mujeres, asegurando la mayoría (61%) que existe una discriminación por género y comportamientos machistas en el sector.
Esta es solo una pequeña muestra de la situación que se vive día a día entre los técnicos, lo que hace que el 95% de los trabajadores sientan que una mejor planificación por parte de la producción del evento podría mejorar el descanso y la conciliación laboral.
Conciliación que se vuelve aún más compleja siendo mujer en el sector. Según un estudio del
Observatorio Navarro de Empleo, las mujeres que acceden a puestos en el sector audiovisual abandonan pronto el mismo debido a la dificultad de conciliación, por lo que parece que la responsabilidad del cuidado de los hijos sigue cayendo sobre nosotras. Esto provoca que el número de mujeres en el sector sea reducido y, además, estas no alcanzan puestos de responsabilidad, donde el 70% de los puestos en la categoría de Dirección/Gerencia están ostentados por hombres.
Esta dificultad de acceso a puestos de responsabilidad parece recaer de nuevo en la desigualdad debido a las cargas familiares impidiendo que puedan responder adecuadamente a las exigencias de un puesto así (un 31% lo estima así), mientras que un 29% cree que se produce por la tradición masculina en el sector y el ascenso “a dedo”.
Como conclusión sólo podemos decir que lo tenemos complicado. Un convenio colectivo que regule las condiciones de trabajo, una regulación de tarifas mínimas y ajustes (¡respetados!) sobre las jornadas de trabajo y tiempo de descanso son las demandas de los trabajadores, que no dejan de señalar el problema estructural del sector.
“En el contexto global actual, donde se prima la seguridad y la conciliación laboral y familiar, no tienen cabida las rutinas y hábitos obsoletos instaurados en el sector”.